El Café de La Marina en San Sebastián
Publicado el 06 de septiembre de 2016.
La casa de la esquina de la c/ Garibay con el Boulevard fue una de las tres primeras construcciones del nuevo ensanche y además la más suntuosa de ellas, puesto que fue proyectada con la idea de abrir un elegante Café en el bajo.
El inmueble lo construyó el maestro de obras donostiarra José Galo Aguirresarobe, siendo propiedad de Miguel Martín Oteiza, propietario también del primer Café de la Marina de la c/ Mayor.
Su planta baja fue diseñada con doble altura y unos altos ventanales que dejaran pasar abundante luz, supliendo la menor insolación por su orientación Este y Norte. El 1 de agosto de 1866 el propio arquitecto se dirigía al ayuntamiento para rogarle que retirase los "montones de piedras y arena que obstruyen el paso, ya que dentro de muy pocos días va a ser abierto al público". Al parecer los montones de materiales de derribo continuaron allí durante aquel verano de 1866 y sería en 1867, más concretamente el 17 de Febrero, cuando se inauguró el Café de la Marina, con un gran baile de máscaras.
Rápidamente se puso de moda hasta el punto que era lugar de culto para todo el que venía a San Sebastián. Nicolás de Soraluce escribió, en 1867, un libro titulado “Los retratos del Café de la Marina de la ciudad de San Sebastián” en el que describía el mismo con todo lujo de detalles.
“El interior de éste tiene 21 metros de largo, 11 de ancho y 7 de alto, con espejos de 4 metros de altura, ocho hermosas arañas de cristal de a 6 luces para gas, y otra multitud de adornos con gusto distribuidos. Todo este conjunto induce a que los forasteros y extranjeros, al entrar en él por primera vez, se figuren cual si instantáneamente hubieran sido trasportados a uno de los mejores de Madrid o de Paris.
Los propietarios del edificio, el director de la obra, así como el dueño del Café que es D. Miguel Oteiza, nada han escaseado a fin de dar magnificencia a este salón. Suntuoso, cual pocos de la Ciudad, fue también el baile con que se inauguró la noche del 17 de Febrero último.
Y como prueba de las considerables mejoras y patriotismo que ha guiado a cuantos al efecto han intervenido, 17 retratos al óleo, de medio cuerpo, de los más distinguidos personajes de Guipúzcoa, hechos por el pintor D. Eugenio Azcue, vienen a completar la decoración de tan notable establecimiento.”
Como relataba Soraluce, Azcue pintó las figuras de Juan de Urbieta, Manuel Larramendi, el Conde de Peñaflorida, Cosme Damián Churruca y Elorza, Catalina de Erauso, Juan de Idiáquez, Antonio de Oquendo, Juan de Lazcano, Esteban de Garibay, Andrés de Urdaneta, González de Andía, Juan de Echaide, Miguel de Bidazabal, Miguel López de Legazpi, Juan Sebastián Elcano, San Ignacio de Loyola y Blas de Lezo.
Éstas colgaron de las paredes del local hasta que en 1906 fue adquirido por Luís Kutz que hizo una remodelación del mismo en profundidad. Cuando llegó el cierre definitivo del establecimiento en 1946, esta colección pasó a la Caja de Ahorros Municipal.