El día de Todos los Santos en Donostia San Sebastián

El 1 de noviembre de 1918, día de Todos los Santos, se vio directamente afectado por la epidemia de gripe que, aunque ya estaba remitiendo, había causado muchas defunciones en la ciudad.

Ante esta situación, y previendo una aglomeración considerable, las autoridades locales decidieron prohibir la entrada al cementerio.
El periodista de La Voz de Guipúzcoa, que recogía la noticia, y que a tenor de la misma se debía sentir muy inspirado, decía:

"Este año, obedeciendo sabias órdenes emanadas de la superioridad, pesa sobre los donostiarras la imposibilidad de dar carácter de pervivencia a la costumbre inveterada de honrar a los muertos en el recinto lúgubre en que moran a perpetuidad. Altas y trascendentales razones de higiene han obligado a nuestras celosas autoridades a comportarse como escrupulosas veladoras de la pública salud. Y como comprendieron desde un principio que esa antiquísima costumbre de visitar las yertas moradas de los que, por vivir en la ciudad del eterno reposo, no han de sentir ya las punzadas del dolor, ni ser objeto de las requebrajaduras morales a que da ocasión frecuentemente la todavía incivil y atrasada convivencia social, han lanzado a todos los vientos el edicto contundente de la prohibición para allanar este año la estancia de los muertos."