El final de enero de 1923 trajo otra noticia que fue muy seguida con mucha expectación en toda España y, como no podía ser de otra forma, también en Donostia San Sebastián: la liberación de 357 prisioneros cautivos por los rifeños en Marruecos. La prensa se hizo eco de la misma con amplios reportajes, en los que destacaron dos figuras, la del sargento Basallo, por su actuación heroica en el campo de prisioneros, y la de Horacio Echevarrieta, empresario bilbaíno, el cual organizó y lideró hasta el último momento, a pie de playa, la liberación de todos los prisioneros.

La Voz de Guipúzcoa, decía:

«Desde que el señor Echevarrieta llegó a la playa de Alhucemas, hasta que se dieron por terminadas todas las operaciones del rescate, permaneció sin tomar alimento.

El dinero era entregado a los moros en el momento que los cautivos entraban en las barcas que había de conducirlos al “Antonio López”.

Ya casi terminadas las operaciones faltó algún dinero, pues solamente se había desembarcado la cantidad de 3.600.000 pesetas. Como los moros se negaron entonces a entregar prisioneros sino se les abonaba la cantidad convenida, el señor Echevarrieta mandó que se acercaran al “Antonio López” dando órdenes de que se desembarcara el dinero restante, ofreciéndose hasta que este llegara, a quedar personalmente en prenda en poder de los moros.

No obstante las órdenes dadas al señor Echevarrieta para que se retirara de la playa por el peligro que pudiera correr, este señor se negó a obedecerlas, permaneciendo como ya hemos dicho, en la playa de Alhucemas desde las primeras de la mañana».