125 años del Club Cantábrico de San Sebastián
Publicado el 01 de febrero de 2016.
El Club Cantábrico se fundó el 31 de Enero de 1891, teniendo su ubicación en la calle Andía, 13 con su fachada principal a la calle Miramar, donde estuvo instalado el suntuoso Café Oteiza. Reunía entre sus socios a empresarios, políticos y hombres de fortuna que suponían una parte importante de la actividad económica donostiarra y guipuzcoana.
El objetivo del club, tal como plasmaban sus estatutos, era “procurarse las distracciones y recreos de la buena Sociedad no vedados por las reglas del decoro, siendo completamente ajena su conducta a todo acto de carácter o tendencia política o religiosa”, aunque a lo largo de sus años de existencia, sobre todo hasta la Guerra Civil, fue mucho más allá, siendo la sociedad que dinamizó una gran parte de los grandes proyectos que se desarrollaron en la ciudad.
Su primer presidente fue Manuel Bermejillo, al que sucedieron personalidades notables de la vida donostiarra, y contaba con unos 300 socios.
Los socios eran de dos tipos: Socios Propietarios y Socios de Número, A los primeros, como su propio nombre indica, les pertenecía la Sociedad y los segundos podían disfrutar de las instalaciones. Existía, también, la posibilidad de obtener una Tarjeta de acceso por breve periodo, para las personas no domiciliadas en la ciudad, tras el pago de la misma.
En 1922 la cuota de acceso al Club era de 500 pesetas y la Tarjeta de 30 días ascendía a 50 pesetas y la de 90 días a 125 pesetas.
Siendo fiel a su objetivo fundacional, durante años, fue el centro social de la ciudad, organizando bailes y fiestas a las que no faltaba el “todo” San Sebastián y la aristocracia venida de otras ciudades del estado. Las crónicas de la época reflejan la actividad de este Club.
Desde nuestro punto de vista la actuación más importante del Club Cantábrico, por su trascendencia en la ciudad, fue fundar la Sociedad de Fomento de San Sebastián.
Tras un interesante debate que se llevó a cabo en varias asambleas, se creó la citada Sociedad, en 1902, con el objetivo de edificar el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia.
Es de destacar la estrecha relación que existió entre el Casino y el nuevo Hotel, que era fundamental para que la aristocracia extranjera encontrase en San Sebastián unas instalaciones a la altura de las mejores europeas. El Gran Casino de San Sebastián suscribió 1.500.000 de pesetas en acciones, de dicha sociedad, a condición de que se hiciera un hotel con todos los adelantos modernos a la altura de los mejores del extranjero.
De ello eran conscientes los regidores de la Sociedad Fomento de San Sebastián, Alonso Zabala, Brunet, Gaytan de Ayala, Aguirre Miramón y otros, y lo fue también una figura muy importante en la ciudad como fue Georges Marquet, responsable del Casino y posteriormente de los hoteles Ritz y Palace de Madrid.
La familia Brunet había participado directamente en la construcción del Gran Casino de San Sebastián en 1887 y Georges Marquet, venía de dirigir el Casino de Ostende y entró en la explotación del de San Sebastián con Jacobo Domínguez, en 1905.
El Club Cantábrico tenía claro cual era su papel en la ciudad, tanto en el ámbito económico, como en el aspecto social; ser el centro de referencia de las relaciones y negocios que se desarrollaran en San Sebastián.
Las instalaciones de la calle Andía eran amplias y permitían celebrar todo tipo de actividades sociales, desde bailes hasta comidas para un número importante de personas, pero a pesar de ello en 1920 decidieron alquilar un local en la Avenida de la Libertad 24, para destinarlo a sala de lectura y que es la ubicación actual del Club.
Como decimos la actividad social del Club era muy grande participando en todos los actos que se celebraban en la ciudad, fueran náuticos, hípicos o de cualquier otra índole, si consideraban que el nivel lo merecía.
En Agosto de 1936 el edificio fue requisado por el Frente Popular. A la entrada en San Sebastián de los sublevados, las instalaciones les fueron devueltas, como lo atestigua un acta fechada a finales de ese año, en el domicilio de Andía 13.
Tras la Guerra Civil, el Club Cantábrico, comenzó a perder la capacidad tractora que hasta entonces había tenido. Quizá una falta de relevo generacional le fue haciendo perder liderazgo y convertirse más en un club social que en el centro dinamizador, en todas sus facetas, que había sido hasta la fecha.
El Club Cantábrico mantuvo su sede en Andía 13 hasta 1944, en que tomaron la decisión de venderlo, por 2.500.000 de pesetas, al Ministerio de la Gobernación, y pasar al local de la Avenida 24, que compraron finalmente en 1957, siendo su presidente Luís Lizariturry.
En la actualidad sigue manteniendo dicha ubicación, donde realizan conferencias, tertulias y reuniones, los cerca de 200 socios con que cuenta el Club. Asimismo, desde el año 2000 participan, con una nutrida representación, en la Tamborrada la víspera de San Sebastián.